Las nuevas generaciones siguen siendo “educadas”, a
pesar de las leyes, bajo un sistema que excluye, invisibiliza, discrimina y
prepara para el autorechazo y la subvaloración. Existen numerosos casos de
niños(as) que han sido víctimas de discriminación racial en sus escuelas y
colegios. Sus propios(as) compañeros(as) e incluso los maestros los(as)
insultan verbalmente, lo cual genera fuertes problemas de autoestima.
Dicha ideología racista proviene, en casi todos los
casos, del propio núcleo familiar y se multiplica en todos los ámbitos y
espacios de la vida cotidiana. Lo grave es que no se reconoce como un problema
y mucho menos como una violación de derechos humanos, cuando es quizás la peor
de las violaciones de derechos humanos que se ven en Colombia; considerando que
los niños(as) afrocolombianos(as) son víctimas de humillaciones, exclusión y
discriminación, sólo por el hecho de ser afrocolombianos(as), sin siquiera
entender el porqué de las mismas.
Mientras en el sistema educativo no se aplique lo
que exigen las normas mencionadas, se perpetuarán los estereotipos racistas y
se seguirá fortaleciendo el racismo institucional a nivel público y privado. Se
seguirán formando futuros padres que terminarán diciendo una frase muy común en
todas las regiones del país: “Yo no soy racista, pero no me gustaría que una de
mis hijas se casara con un negro…”.
Catalogar tal frase con una violación de derechos
humanos para algunos sería exagerado. Sin embargo, no lo es si se considera que
exactamente algo similar ocurre, aunque a veces no se exprese verbalmente,
cuando una persona afro busca cualquier trabajo y no se lo dan porque sus
características físicas están ligadas a estereotipos racistas. La
discriminación racial es una grave violación de derechos humanos y el primer
paso para eliminarla es reconocerla como tal.
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